martes, 14 de abril de 2015

"La Célula" - cuento escrito por M. de los Ángeles Romero

Érase una vez una pequeñita pequeñita partícula que se conocía con el nombre de célula. Esta pequeña llevaba días sin dormir porque la inquietaba mucho saber de dónde provenía; hasta que un día se armó de valor y decidió preguntárselo a su mamá.
-Mamá, estoy muy confundida, mis compañeros en la escuela dicen que soy distinta, que no soy igual a ellos y que soy demasiado pequeña, que yo soy más simple y no entiendo por qué lo hacen... Es por esto que me gustaría saber qué me hace diferente y de dónde provengo.
Su mamá, un poco preocupada por su hija le dice: “Ven hija siéntate aquí y yo te voy a contar nuestra historia”. La pequeña célula se sienta junto a su madre y comienza a escuchar:
“Efectivamente, tú eres distinta a tus demás compañeros, pero el ser más simple no significa que seas menos inteligente. Para que sepas, todas las células de este mundo provienen de nuestra familia”.
“¿Cómo así mamá?, creo que no entiendo” – dijo la pequeña.
Entonces su madre comienza a narrar: “Hace muchos muchos años, cuando se creó nuestro mundo, apareció con esta creación la primera célula de toda la historia, esa célula es mi tátara tátara abuela. Ella, como era la primera y vivía en un mundo muy distinto al nuestro tuvo que viajar por un larguísimo viaje de creación donde, en su interior se revolvió todo y por esto, ella ni nosotras tenemos nada ordenado ni definido en nuestro interior, ¿te has fijado que al mirarte al espejo solo puedes apreciar unas especies de cuerdas? Pues eso es lo importante: puede que esta primera célula haya perdido mucho de lo que tenía en su interior durante el viaje, pero conservó eso que es lo más importante y lo que nos permite ser mamás y no desaparecer, eso para que tu sepas se llama material genético, además para que el viaje no la deformara ni rompiera alguna de sus partes se cubrió muy bien con un material muy rígido que la mantuvo con su forma y sin ningún otro problema, esta cobertura se conoce hoy como pared celular. Esta célula prehistórica se llamaba célula monera o bacteria”
“¡Mamá ese es nuestro apellido!”
“Así es, porque viene desde mi tátara tátara abuela, ¿ves? Bueno, sigamos: Monera tuvo 5 hijas y una vida muy difícil. La primera hija, como era de esperar nació igual a ella, solo con el material genético repartido en su interior y por esto la llamo Monera. La segunda célula llamada Fungi u Hongo era muy preguntona y le gustaba saberlo todo, así le preguntó a su mamá cómo había nacido ella, al saber que durante el viaje había perdido todo lo que tenía dentro de ella, la célula hongo decidió ir a buscar todos esos elementos, pero su madre le advirtió que sería peligroso que fuera con su material genético sin protección ya que podía perderlo en el camino, además no sabía si alguno de estos elementos perdidos podría producir algo malo en él; entonces su segunda hija decidió asegurarse y proteger el material genético dentro de una especie de bolsa, a ella y a sus demás hermanas.
Fue un viaje largo y agotador pero la pequeña célula encontró muchos de los elementos perdidos y los fue guardando en su interior, siempre bien separados por la bolsa del material genético. En un enorme bosque encontró miles de piedras que de inmediato la reconocieron y le dijeron que su nombre era vacuolas; luego pasó por un campo donde encontró otros elementos que se llamaban mitocondrias junto con los lisosomas. Pero como la célula era tan generosa, cada vez que encontraba estos elementos llamados organelos decidía guardar en una mochila que llevaba un poco de todos para sus demás hermanas.
Al llegar a su hogar nuevamente comenzó a repartir los organelos a sus hermanas, pero la mayor no quiso nada. Ella dijo que quería ser siempre como había nacido: igual a su madre y que sus hijas serían iguales (ella por cierto es mi tátara abuela). La tercera, llamada vegetal aceptó con gusto de todos los organelos un poco, pero solo pidió una de las grandes piedras llamadas vacuolas ya que ella había encontrado otro elemento que necesitaba espacio en su interior y que podían hacerla diferente pues le daban color, y como la célula vegetal era muy vanidosa prefirió tener solo una vacuola y más de este elemento llamado cloroplasto. La cuarta hermana acepto con gusto todos los organelos pero hizo una petición especial: ella quería tener una gran familia y muchos hijos entonces le pidió a su hermana que le diera más bolsas con material genéticos, estas bolsas a las que le pusieron núcleo fueron entregadas a la penúltima hermana llamada protista o protozoo, que tuvo muchas hijas pero no todas compartían esa opción de tener una gran familia como su madre, asique solo algunas pedían más núcleo al nacer. Finalmente la última hermana aceptó todos los organelos con mucho gusto y no hizo ningún cambio, ella era la célula animal”.
-“Y ¿Ahí termina la historia?”- preguntó la pequeña célula
- “No hija”- dijo su madre – “lamentablemente hay algo más que te debo contar: luego de la repartición de organelos, la célula animal (que era la última hermana) y célula protista decidieron salir a dar un paseo para mostrar a toda su familia sus nuevos cuerpos pero una gran ráfaga de viento que hoy conocemos como huracán las arrasó y mientras estaban dentro de este huracán fueron perdiendo algunos elementos de su cuerpo: ambas perdieron la capa rígida que las mantenía con una forma estructurada, ¿recuerdas como se llamaba?”
- ¡¡¡Sí, es la pared celular!!! – dijo la pequeña
- ¡Muy bien!, bueno entonces ambas quedaron sin esta pared y por lo mismo sus hijos, nietos y bisnietos no tienen una forma definida.
- “¡A ellos en la escuela también los molestan porque dicen que son deformes!”
-“Bueno la verdad es que si, pero eso también puede tener sus beneficios. Pero no nos desviemos, déjame terminar de contarte la historia porque aún queda una tragedia: Luego de ser arrasadas por el huracán, ambas salieron despavoridas a casa pero en el camino no vieron un río con un fuerte caudal, y como la célula protista iba primera no alcanzó a frenar como su hermana animal y ¡¡cayó al río!! La pobre casi se ahoga, pero justo cuando estaba a punto de hundirse por completo aparecieron unos organelos muy enojados que no habían sido considerados por la célula fungi, y ellos también querían volver al interior de la célula.
Entonces uno de estos organelos le dijo al otro: “vamos a entrar para que vean que sí somos muy importantes para las células ya que somos capaces de ayudar a desplazarse y nadar, de esta forma la célula se podrá salvar” y así fue, estos dos elementos llamados cilios y flagelos entraron en la célula protista y con su ayuda ella pudo salvarse, y desde entonces les pidió que no la abandonaran nunca y que también estuvieran dentro de sus hijas”.

“Es así pequeña monerita como hoy encontramos 5 familias de células, pero ya ves que provenimos todos de una misma gran célula madre y que justamente es familiar tuyo, por eso nunca debes avergonzarte de tu familia, ya que sin ella ninguno de tus compañeros podría haber existido”. 

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