miércoles, 8 de abril de 2015

cuento "Perdidos en la Selva"

H

abía una vez un grupo de niños que decidieron ir a explorar la selva; lo que no sabían es que ésta está llena de laberintos y caminos, y que para salir, necesitan conocerla muy bien.
Después de conocer, correr y jugar, los amigos se dan cuenta de que están perdidos, muy asustados y desesperados comienzan a correr para todos lados.
Hasta que de repente…. Escuchan un ruido justo en frente! ¿Quién podrá ser? Preguntan algunos, hasta que alguien los sorprende chillando como vacuno.
Era un hombrecito muy pequeñito, con gorro verde y muy redondito: “Soy el duende de la selva” se presenta el enano “y los ayudaré a salir para que este viaje no haya sido en vano”.
Los niños muy felices y asombrados dan saltos y giros, dando gracias al duende con elogios y suspiros.
El duende les explica que deberán seguirlo, “mas no será un viaje fácil, cada uno debe ser veloz, valiente y ágil”.
Los niños comienzan a caminar sin saber cuánto se van a demorar, pero algo les llama la atención y frenan en seco para escuchar la explicación. Lo que tienen al frente les hiela hasta la frente! Es un río muy ancho y lleno de cocodrilos tan gordos como un chancho; la única forma de cruzarlo es por un tronco fino, deberán lograrlo para seguir su camino! El tronco es delgado y muy inestable, pero los niños son capaces y lo cruzan de una forma impecable.
Siguen caminando y se encuentran con un mono, se ve muy divertido sentado en una especie de trono; “no se fíen de él” les dice el duende, “se ven buenos y divertidos pero seguro los sorprende”. El mono les dice que los dejará pasar pero primero les muestra los plátanos que tendrán que sacar: “Tengo mucha hambre y estoy aburrido, los dejo pasar si botan 15 plátanos, así me mantendrán entretenido”.
Todos toman una piedra y comienzan a lanzar y después de un rato el mono les permite avanzar, pero antes de desaparecer les hace una advertencia con la que comienzan a correr: “Tengan cuidado y corran sin sazón porque justo ahora aparecerá el REY LEÓN”. Todos los niños corren despavoridos, siguiendo al duende que ya había partido.
Los niños corrían todavía asustados y escuchan al duende que les grita aún agitado: “Cuidado! Ahora debemos pasar por un túnel muy lento y bien agachados!”. Después de pasarlo de una forma que los hace alucinar, ven una hilera de troncos que deberán saltar. Todos los niños están desesperados y algunos se sienten un poco acorralados; saltan todos los troncos ansiosos por seguir, lo único que quieren los pequeños es lograr salir.
Pero antes de llegar se encuentran con dos grandes rocas que deberán esquivar; su pequeño guía los mira y les sonríe por primera vez en el día: “Esto es más entretenido, las rocas se saltan dando volteretas con un ritmo fluido”. Los niños lo hacen sin dificultad, ayudándose unos a otros demostrando lealtad.
Finalmente llegan a una pendiente y se encuentran con una rana que dice llamarse “Ana”. Su pequeña amiga les da una explicación “Para llegar a la salida y terminar la expedición, deben seguirme y saltar con coordinación”.

Todos comienzan a saltar como rana, esquivando troncos, hojas y lianas. Cuando terminan de saltar se dan cuenta que lograron llegar, todos se abrazan felices y contentos porque ya no tendrán ningún impedimento.


                        

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