"Un relato de mi día"
Escuchaba de lejos una voz que me llamaba con cuidado y cariño, como si fuera demasiado delicada para hablarme más fuerte. Poco a poco fui adecuándome y la voz acercándose:
-Princesita, se te olvidó poner la alarma del celular. Te vine a despertar.
Eso bastó, abrí muy grandes los ojos y me senté en mi cama. No me costó acostumbrarme a la poca luz, esa pieza la conocía de memoria; mi escritorio con la ropa del día anterior encima, mi notebook todavía abierto porque se me olvidó a apagarlo cuando llegue después de clases, los esmalte de uña (mi gran hobbie) ordenados encima de la repisa como si fuera un arcoiris, en un mueble aparte mi "mini-biblioteca". Y en el umbral de mi puerta estaba mi papá, con una sonrisa que no quería demostrar que yo era el motivo de su buen humor.
-¿Qué hora es papá?, ¿me quedé dormida otra vez?
- No-me dijo- pero tu celular no sonó así que te vine a despertar.
-Gracias papá.
No contuvo más la risa, yo no entendía nada y lo miré con mala cara mientras caminaba al espejo colgado para ver si tenía algo raro en la cara. Entonces me acordé, lo miré con una cara llena de alegría y me habló por fin con la verdad.
-Feliz cumpleaños princesita, estamos todos esperándote en el comedor.
¿Cómo se me había olvidado? ¡Jamás en mis 22 años me había pasado algo así! Quizás he estado demasiado pendiente de los trabajos y pruebas de la universidad, de las clases particulares, o de ayudar a mi hermano a estudiar para la PSU. Más probable es que el día anterior haya quedado sumamente cansada después de ir al debate sobre el aborto, todo por conocer a un par de políticos.
Dejando estos pensamientos de lado, corrí a revisar mi celular, por supuesto que no había sonado la alarma porque todavía no eran las 7:00. Y sin embargo, ya tenía varios mensajes en facebook y whatsapp; el primero, de mi pololo, una sonrisa tonta se dibujo en mi cara después de leerlo.
Iba a ser un muy buen día, me encantaba estar de cumpleaños, ya quería salir de clases para que mis amigos fueran a verme, para recibir los regalos y pasarlo increíble, ¿era mi día!
Me puse pantuflas, un comedor y salí de mi pieza camino al comedor.
Muy buen cuento, para el ejercicio académico, permite hacerse una idea de lo que ocurre en su contexto.
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